Desde Hospital de día Veterinario Tarso queremos compartir con vosotros este caso clínico de Mika, una gatita de 3 meses recogida en la calle, que acudió con síntomas que consistían en la presencia de temblores, dificultades a la hora de andar (hipermetría, forma de caminar con piernas separadas con movimientos amplios y bruscos), ataxia (descoordinación).

Tras un examen por parte de nuestro equipo se diagnosticó hipoplasia cerebelosa, una enfermedad de carácter congénito por la que se produce un defecto en el desarrollo en el cerebelo del feto,usualmente causado por el contagio por parte de la madre en el último tercio del embarazo.

La esperanza de vida de un gato con hipoplasia puede ser igual que la de un gato que no la padezca, aunque esta sí que se ve reducida en el caso de gatos callejeros, que tienden a padecerla con mayor frecuencia, pues las gatas de la calle tienen mayor posibilidad de contraer el virus al estar gestantes y, en general, todos los gatos tienen mayor riesgo de padecer deficiencias nutricionales, intoxicaciones y otras infecciones que causarían trastornos también en el cerebelo. Un gato de la calle con hipoplasia cerebelosa lo tiene mucho más difícil, pues nadie le puede ayudar con sus movimientos o su capacidad para saltar, trepar e incluso cazar.

Aún así, pese a que la hipoplasia cerebelosa no tiene cura, no es una enfermedad progresiva que vaya agravándose con el tiempo, de manera que tras un período de adaptación que les permita compensar sus carencias, los pacientes de esta enfermedad tienden a compensar sus carencias.

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